Me refugio en mi tristeza,
en el fondo enamorado de las montañas,
entre las arrugas de la tierra,
cerca del olor del pasto ,
entre los árboles y los matorrales,
en medio del cielo y la tierra,
al borde de todos los mundos,
y lloro a gritos sordos
por el dolor de estar vivo,
de tener que un día volver
a la tierra, a la nada eterna,
de morir enamorado.
Este poema me ha hecho llorar...
ResponderEliminarSupongo que eso es bueno, dada la ocasión en que hasta las víceras están afuera.
Besitos y gracias querido José.